"TURISTAS EXTRANJEROS" POR LA ZONA DE CARTAGENA Y MAZARRÓN, EN LOS SIGLOS XVIII y XIX (XI), por Paco Acosta
(continuación)
SAMUEL S. COX (1824-1889)
Samuel Sullivan COX,
norteamericano, (congresista y diplomático, representante de los EEUU ente el
imperio otomano) da el perfil del clásico trotamundos, que encuentra
cuestionable (desde su “superior perspectiva gringa”) gran parte de lo que
observa directamente o “conoce” a través de sus lecturas de viajeros
anteriores, o curiosamente se extasía -o se sorprende- ante cosas de las que no
tiene una idea preconcebida. Hasta ahí, uno más de esos viajeros que aportan
poco más de una recopilación generalista. Sin embargo resulta chocante el
título que le adjudica a su obra “Search for Winter Sunbeams: in the Riviera, Corsica, Algiers
and Spain”, que publica en 1869. En eso se adelanta un siglo al turista de
invierno que busca el sol….
De Cartagena dice “Cartagonova
era una de las ciudades más ricas del mundo. No por su vidrio, esparto o pesca,
-que ahora da empleo a la mayoría de la población- sino por sus minas de plata
y plomo, de las que al penetrar en la bahía, podemos ver columnas de humo
procedentes de chimeneas situadas en las áridas montañas, bajo las cuales estas
viejas y durante mucho tiempo abandonadas minas, vuelven a ser reactivadas”. Y
a continuación “de estas minas sacan fabulosas sumas de dinero”. “La minería
ha dado lugar a un considerable comercio con Inglaterra. Trescientos barcos
carboneros vienen aquí cada año” … ”carbón que es utilizado en las
explotaciones”.
“Cuando bajamos a tierra encontramos una multitud preparada para recibirnos, pugnando por el honor y la propina de llevar nuestro equipaje al hotel; el hotel solitario -y muy modesto- nos acogió tras muchas horas de espera para lograr franquear la oficina de aduanas”… “descubrimos que el nuevo Gobierno español, había concedido la exención del pago de los impuestos portuarios, además de otras exigencias, a todos los barcos extranjeros”.
Al pasear por Cartagena
observa a la gente “peculiar y pintoresca, todos tienen aspecto árabe: no
por llevar turbante, sino en lugar de éste, un pañuelo de colores atado en
torno a su cabeza”. Y sigue con la descripción de su atuendo: ”una manta
cruzada, de listas como las escocesas, o de un rojo llamativo y siempre
llevada con gracia. Sus pies casi descalzos, pues llevan un tipo de sandalia
árabe, hecha de cáñamo y atada con cintas cruzadas sobre sus pies desnudos;
generalmente todos sus dedos quedan fuera menos el gordo. El fajín pretencioso
es inevitable, pero ¿cómo podría yo describir ese extraño sombrero negro de
terciopelo parduzco? AL verlo tu mente imagina una fuente redonda con sus
bordes vueltos unas tres pulgadas hacia arriba, y encima de ella, un bol de
forma cónica boca abajo. Si esta descripción es imperfecta, alguna de mis
ilustraciones bastarán”. Y en el libro incluye poco más adelante una imagen
de la taquilla de venta de entradas para una corrida de toros…
PIERRE TCHIHATCHEF
(1808-1890)
Pierre de Tchihatchef (Pyotr Aleksandroviç Çihaçov), naturalista y geólogo ruso, miembro honorario de la Academia Rusa de las Ciencias, correspondiente del Instituto de Francia, y diplomático, viajó por España en 1877. Tres años después publicó, en París, las memorias de su viaje “Espagne, Algérie et Tunisie”, en forma de cartas a un amigo.
En sus impresiones del viaje, deja a un lado las descripciones de monumentos, vestidos o escenas costumbristas y se centra en aspectos de índole económico que considera más provechoso divulgar. “La fertilidad del suelo de Cartagena es muy grande, pero tanto la ciudad como sus cercanías carecen de agua. Los intentos hechos para obtenerla a través de pozos artesianos han fracasado, puesto que no se obtiene agua pura si no a profundidades considerables, mientras que el agua suministrada por los pozos ordinarios es ligeramente salobre” … “la mayoría de la población no tiene otra agua que la de los pozos ordinarios. Se ven en gran número en las cercanías de Cartagena, donde a causa de la aridez del clima, el riego artificial llega a ser una cuestión indispensable para el cultivo. El riego es practicado introduciendo en los pozos una rueda provista de cuencos de madera, que se llenan de agua sucesivamente vertiéndola en un estanque…”. Vamos, que este turista ruso-francés en este viaje descubrió ¡la noria!
Por otra parte, son las minas de las cercanías de Cartagena y su producción lo que más despierta el interés de este viajero. Y saca como conclusión “los antiguos, privados de los recursos de la química moderna, obtenían de las minas de Cartagena resultados bien superiores a los que se dan actualmente, puesto que en tiempos de los Cartagineses daban alrededor de nueve veces más que hoy, y en tiempos de los Romanos, cuarenta veces más”.
Y sentencia lo evidente: “La
ausencia o insuficiencia de vías de comunicación constituye un serio obstáculo
para el desarrollo industrial de Cartagena”.
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