lunes, 17 de agosto de 2020

ECO.55 OTROS SUEÑOS

Otros Sueños, por Andrés Pérez García

Siempre he soñado, incluso ahora a mis ochenta y un años sigo soñando. Sueño cosas “guapas”, como dicen los jóvenes de ahora, y si no son guapas, sueño con hacerlas guapas.

Siempre me he motivado con cosas o asuntos por hacer o situaciones y hechos consumados felizmente.

También he soñado que la gente es buena, que siempre las hay dispuestas a hacer cosas ejemplares y en ayudar a los más necesitados; Igualmente siempre he soñado personas con voluntad en pro de cosas o asuntos nobles y gratos.

He soñado en gozar de cosas bellas y agradables y, sobre todo, contar en la faltriquera de mi mente con un proyecto por muy nimio y pequeño que fuese, siempre tener marcada una constante o una iniciativa en mi vida: ver una película, oír música, asistir a una representación teatral, viajar y ver pueblos, lugares, paisajes, conocer historias, etc. Disfrutar de un momento feliz y relajante, que me lleve a elevar mi espíritu y que mi alma se deleite en una felicidad suprema, Tantas cosas he llevado, sigo llevando a mi imaginación que me siento muy feliz con ello. Disfruto, también, pensando en cómo hacer cosas para una mayor prosperidad de los míos.

La ilusión es parte esencial de la vida, sin ella es imposible caminar, es como si una planta no contase con el riego adecuado, moriría sin remedio. Siempre ilusionado por algo, siempre pensando que la ilusión por vivir es vital para uno mismo y para su entorno.

También propicio la amistad con la gente, hablar con las personas, reunirme con ellas y comentar, discutir de las cosas, de los problemas, de la vida. Actualmente pertenezco a un grupo de lectura donde leemos y comentamos lo leído; también conversamos cuestiones actuales y antiguas, rozando a veces posiciones distintas, pero que generan una gran riqueza de pensamientos. En verdad os digo que hay ocasiones que mi ánimo sale de estas reuniones inmerso en un gozo pleno. Disfruto de momentos felices y relajantes que llevan a elevar mi espíritu, y mi alma se deleita en una felicidad suprema.

Sueño, también, en que mi abulia no rompa mi voluntad. Esa voluntad constante que he tenido desde mi juventud: vivir en una sociedad libre e igualitaria en pueblos cada vez más prósperos y acogedores. En una sociedad justa y culta. Sueño, igualmente, por ello, en encontrar a las personas idóneas que dirijan estos esfuerzos y lo plasmen en realidades, es esencial. Tenemos que elegir, pues, a los políticos perfectos y deseosos del bien común, que no se detengan en distracciones que limen estas esperanzas, y diriman con su justo y buen saber el buen desarrollo de los pueblos, conduciéndolos con rigor y dignidad.

No vale etiquetar que todos los políticos son iguales; tenemos que pensar que son esenciales, necesarios para la gestión y el buen gobierno de los asuntos públicos. Al igual que separamos la harina del salvado con la ayuda de un cedazo, nosotros, los ciudadanos, tenemos que ser una gran criba que filtre a los corruptos, que impida que los desalmados campen inmunes con sus tropelías.

Dicen que, ante tanta mediocridad, es necesario la educación, la cultura. Yo digo que sí que cuanto más formado está una persona, más libre es para perseguir y no consentir los desmanes de aprovechados.

La mala deriva de los pueblos existe por la dejadez de la mayoría de las personas, unos porque piensan que ellos también podrían favorecerse de esa mala praxis; otros, porque, se ven impotentes ante su inferioridad para replicar, y los más porque su ignorancia no les deja ser más libres en sus responsabilidades y en sus conciencias.

Sueño, sueño, que con voluntad todo lo dicho puede ser realidad.


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