Historias del Cantón Murciano. La Acuñación de Moneda, por Paco Acosta
Posiblemente una de las “cosas” más divulgadas del Cantón Murciano sea la acuñación de moneda que éste realizó en plena revolución cantonal. Y probablemente eso se deba a que tener “moneda propia” ha sido desde siempre una aspiración de todo gobierno nacionalista, aunque la osadía de acuñar moneda no resultara algo sencillo para un gobierno rebelde en guerra.
Lo más simple es la emisión de “papel
moneda”, que se supone respaldado por un valor sólido almacenado en unos
depósitos propios. Pero cuando el gobierno de la nación, “los centralistas” en
el argot de los cantonales, tiene sitiada Cartagena y cada día que pasa la
Junta revolucionaria tiene más dificultades para, mediante incursiones navales “recaudatorias”
a las poblaciones vecinas (Alicante, Almería,…), conseguir suficientes recursos
económicos con los que sostener la contienda, los “billetes de papel” que se
pudieran emitir, y se emitieron en forma de “vales”, no debían convencer
demasiado a los “proveedores” de alimentos o de material bélico.
La única solución que se tuvo fue la aprehensión de toda la plata disponible y ponerse a acuñar monedas. Toda la sierra minera junto con las minas de Mazarrón, era una importante suministradora de este metal, y junto con la incautación de objetos de plata y la gran cantidad de este metal existente en los depósitos de la fábrica de desplatación que el Marqués de Villamejor poseía en Santa Lucía, sirvieron a estos efectos. La plata y las monedas de plata, por su propio valor intrínseco, sí que iba a ser aceptada en las transacciones comerciales y para el pago de las soldadas.
Aunque se intentó en un
principio, no era cosa de, como en la antigüedad, ir soltando trozos de plata
en bruto, o barras / lingotes, valorables por su peso. Una “moneda
establecida”, permite por su reconocimiento de las estampaciones de cara y
cruz, asociarla a una cantidad fija de metal noble y por tanto tiene un valor
intrínseco, que debe sostener su valor facial.
Y aquí viene la anécdota que
sustenta este artículo. Para acuñar la moneda propia, había que buscar a
alguien con suficiente práctica en estos menesteres. No resultó fácil.
Incluso se contactó, para
aprovechar su experiencia, con un falsificador de moneda –de nombre Cipriano
Fernández Rufete- que se encontraba confinado en la prisión de Cartagena.
Al final, tras varios intentos
fallidos o muy rudimentarios se decidió no grabar figura alguna en las monedas.
La fábrica oficial de moneda, utilizando las máquinas de estampación para
útiles de barcos, se situó en los almacenes del Arsenal, donde, desde primeros
de septiembre de 1973, se obtuvieron monedas de “duro” -esto es cinco pesetas-
(posteriormente se acuñarían monedas de “diez reales o medio duro”). Se
llegó a afirmar que hubo días que se acuñaron diez mil monedas de duro. En la
primera quincena de octubre esta moneda ya circulaba por Cartagena. Los
cantonales se jactaron de que sus monedas contaban con mayor peso y mejor ley
que las correspondientes emitidas por el gobierno de la nación.
También hubo emisiones en otros
pequeños talleres, que se pueden considerar como “falsa moneda cantonal”,
ya que contaban con menor cantidad de plata que las emitidas en el Arsenal.
La acuñación de medios duros
comenzó al final de la etapa cantonal, cuando ya eran constantes los bombardeos
sobre la ciudad. Esta es la razón de que se acuñaran muy pocas piezas de este
valor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se ruega NO COMENTAR COMO "ANÓNIMO"