Trovos del 18 de Septiembre en Bello Rincón, por A.F.García
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Asociación trovera "José María Marín" |
El bello espectáculo deleitó a
medio centenar de personas durante unas dos horas de un continuo disfrutar y
reír.
Las palabras trovo y trovador
vienen del Provenzal, lengua romance hablada en el Sureste francés y a su vez
del latín, que, en origen, significaba canción, así como trovador era su
creador y cantor.
En Provenza surgieron los
primeros trovos, cantos líricos, y sus creadores procedían de una clase social
elevada o de la nobleza.
Más popular fue el romance y la
poesía juglaresca, que, según Menéndez Pidal, dio lugar a la creación,
desarrollo y difusión de cientos de miles de versos, a lo largo de la Edad
Media; pero, al ser de transmisión oral, se perdieron en su mayor parte. Sin
embargo, después del Renacimiento, reaparece de plumas tan cultas y elevadas
como Góngora.
La poesía trovadoresca ha
sobrevivido de manera diferente hasta nuestros días. Hoy día se cultiva con
asiduidad gracias al admirable y asiduo esfuerzo de asociaciones como la Asociación
Trovera José María Marín en la Región de Murcia y Levante cercano.
Dentro de España se mantiene con fuerza en Las Alpujarras y su entorno.
Al otro lado del Atlántico, la
casi totalidad de los países hispanos conservan de manera brillante la bella
tradición: con un núcleo en el Caribe en torno al liderazgo de Cuba y Puerto
Rico; otro en Sudamérica, en torno al liderazgo de Argentina y Chile. De hecho,
este sábado nos han cantado más de una pallada y nos consta que más de una vez
han participado en los encuentros internacionales de este arte representando a
España.
En esta velada, creo que se
presentaron cuatro controversias, combates en verso. En cada una de estas
controversias habría 20 estrofas o quintillas, porque es el tipo de estrofa que
más usan. La quintilla es una estrofa de cinco versos de arte menor que riman
en consonante, con posible variación en la combinación. En esta velada, tal vez
por imposición de la controversia, siempre hacían rimar y hasta repetir los dos
primeros versos.
Fuera de las controversias me
parece haber oído alguna estrofa de 6 o de siete versos y alguna décima de
espinela.
Todos los oyentes, en mayor o
menor medida, nos hemos hartado de reír. La agudeza chispeante del atacante y
no menor del oponente, en una dialéctica versificada con calidad, gracejo,
empatía y cordialidad nos mantenía absortos; actuaban sabiendo que el público
atendía, escuchaba y entendía todo el desarrollo y cada uno de sus momentos.
Toda la velada fue excelente,
para no olvidar y desear repetir. Si uno tuviera que elegir algún vértice
culminante, yo elegiría la última controversia entre Baranda e Irene; la doble
acción de crear y cantar de aquél le hace muy digno de admiración.
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