Visita a Teruel (5-7/11/2021), por A.F.García
Salimos, desde La Azohía, a las
7:00h de la mañana y antes de las 13:00h llegábamos al Restaurante Los Maños a
unos 50 kms de Teruel.
A las 17:00h pudimos estar junto
al simbólico Torico, donde habíamos quedado con la guía, Giulia
Losantos, que nos acompañaría la tarde del día 5 y la mañana del día 6.
Giulia, una excelente guía, muy
responsable y profesional, que conoce muy bien su trabajo. Empezó por situarnos
la Ciudad en la confluencia de los ríos Guadalaviar, de aguas cristalinas,
procedente de Albarracín y el cercano parque natural y el Alfambra, afluente
que lo tiñe de rojo y más abajo dan lugar al Turia, el río de Valencia.
Como villa fortificada fue
fundada por Alfonso II el Casto en 1171, donde había una construcción defensiva
musulmana. Con ello pretendía fortificar la frontera sur de Aragón frente al
posible ataque del reino moro de Valencia.
Para hacerla atractiva a los futuros
pobladores la dotaría de fueros y privilegios, si bien el título de ciudad no
lo tendría hasta 1347 de la mano de Pedro IV, el Ceremonioso.
Está situada a 915 m de altitud;
con poco más de 36.000 habitantes es la capital de provincia más pequeña de España
y tiene fama de temperaturas extremas.
Soportando el frío de esa tarde,
guiados por Giulia, recorrimos todo el casco viejo y apreciamos la belleza y el
encanto de esta pequeña ciudad y, por supuesto, sus torres mudéjares.
Torre de San Martín con tres
caras a la vista y la otra adosada a la iglesia del mismo nombre con cierta
inclinación, debido a algún movimiento del suelo.
Al igual que las otras tiene el
estilo del minarete almohade con dos torres cuadradas concéntricas entre las
que hay una escalera de acceso. En el caso de tres de las torres al campanario;
en el caso de la Torre del Salvador a un remate almenado desde el que se
puede contemplar la ciudad y el campo al otro lado del río. En cada planta de
ésta hay un centro de interpretación. El hecho de que el acceso lo circunvale
en rellano hace más llevadera la subida.
Había algo en estas torres que me
impresionaba, me impactaba… y era algo, a parte de su perfecta simetría. Giulia
lo explicó muy bien y no sé si lo llegué a captar.
Desde el suelo hasta arriba hay
como diez espacios y cada uno tiene distinta combinación; los de abajo son más
cerrados; algún ventanal estrecho abierto ¿luz a la escalera? En una supuesta
franja los arcos son apuntados, en otras, de medio punto. Las estrellas de ocho
puntas adornan los espacios de manera simétrica; los azulejos combinando el
verde y el blanco parecen llenar los frisos en una torre de ladrillo, completa
con la cerámica vidriada en un efecto visual impresionante.
Entre día y noche, haciéndonos al
frío, descendimos a la escalinata del Óvalo, que por ser moderna no deja de ser
una llamativa obra de arte.
La Torre de san Pedro
también tiene adosada a la iglesia del mismo nombre una de sus fachadas. Es más
austera; pero su cerámica vidriada y ladrillo es común.
La iglesia, de gótico tardío, de
una exuberancia decorativa que impresiona a la vista. Sus arcos entrecruzados y
bellos ventanales en el ábside añaden vistosidad y elegancia. En el exterior
sobre el ábside hay siete hermosas torres octogonales con ricos elementos
decorativos.
Las momias de los Amantes de
Teruel fueron descubiertas en la capilla de San Cosme y San Damián. El
famoso escultor Juan de Ávalos esculpió las estatuas yacentes de Juan Diego e
Isabel, cuya serenidad nos impresiona y unas manos, que no llegan a juntarse
son el símbolo de un amor que no pudo ser.
La guía de la fundación nos
impresionó gratamente a todos por su entrega y convicción, sin ahorrar tiempo y
esfuerzo.
La Catedral, visitada el
día 7, con la torre mudéjar más antigua -1257-, se empezó a construir a finales
del XII y sus añadidos y reformas llegan hasta el XX con modernismo de la
portada, obra de Pablo Monguió. Consta de tres naves. Son de destacar la
capilla de la Coronación, s.XV, de estilo gótico; la de la Inmaculada, s XVIII,
de estilo barroco; la de los Santos Reyes, s XVIII?, neoclásico; la reja del
coro, s XV, de gótico flamígero. Especialmente valioso, el Retablo Mayor, s
XVI, renacentista, en madera no cromada, del gran imaginero francés Gabriel
Yoly.
La Techumbre mudéjar,
cubre totalmente la nave central, subimos con nuestra guía, acaso un poco más
estamental, y nos colocamos en hilera en los corredores laterales para ver de
cerca esa maravilla de arte complejo, tan amplio y variado que te cansas de
verlo antes de llegar a una idea completa.
No me sorprende que la guía
insistiera en que era único en el mundo y había sido declarado Patrimonio de la
Humanidad por la UNESCO en 1986.