DESTACADOS

sábado, 5 de julio de 2025

ECO.85 LA PURÍSIMA Y EL MILAGRO DE MAZARRÓN (IV)

La Purísima y el Milagro de Mazarrón (IV), por Paco Acosta

(continuación)

 

SÉPTIMA DECLARACIÓN:

E luego para la dicha información tuvo a recibir juramento en forma de derecho de Pedro León Rosique, vecino de esta Villa al cual habiendo jurado y siendo preguntado por el caso y habiendo prometido decir la verdad en cargo de el juramento fecho y dijo: que estando este testigo dicho día diez y siete de este presente mes de Noviembre de mil quinientos ochenta y cinco años, a la hora del medio día asentado a la mesa para comer, oyó tocar la campana de la dicha Iglesia de el Hospital de Nuestra Señora de la Concepción y daban voces que había Milagro y que Nuestra Señora lo hacía, y ansí allá este testigo y vido que allí había mucha gente arrimada a la Iglesia dando alabanzas a Dios Nuestro Señor y la puerta de la dicha reja estaba cerrada con la llave, y vido como la lámpara estaba encendida, y estaba dentro de la Capilla, la cual tenía la lumbre harto mayor que hasta allí; y vertía aceite de la dicha Lámpara en el plato que estaba abajo, en abundancia, y la puerta de la reja de la dicha Capilla que estaba cerrada, estaba Ginés Perez de Monzón, el Mayordomo de la dicha Iglesia, que no osaba abrir la puerta, y ansí el Mayordomo mandó llamar a Ginés de Sifuentes; Cura de San Antonio, que es la dicha Iglesia aneja a donde el es cura, y venido que fue el dicho Mayordomo habrió la dicha capilla, y entró el dicho cura y estuvo mirando y este testigo oyó decir a todos los que allí estaban y al Hospitalero y a su mujer que la dicha Lámpara había estado muerta desde antes que amaneciere, y que nadie la había encendido porque desde anoche que la encendieron ellos, no se había habierto la puerta hasta ahora que la habría el mayordomo para que entrara el dicho Cura, y habiéndose hallado ahora encendida y con tanta abundancia de aceite como se veía se derramaba en el plato, habiéndole, de parte de noche echado una cuarta de aceite, que jamás llega a las doce de la noche y ansí, por lo dicho se entendió el dicho milagro; y luego se fue este testigo a comer; a las voces que la multitud de gente daba volvió este testigo a la dicha Iglesia y vido como la Imagen de Nuestra Señora de la Concepción estaba el rostro de la Virgen más inflamado que de antes, y lo vido unas gotas de agua e manera de sudor, como perlas, en el rostro a la mano y parte derecha de el dicho en abundancia; y vido como el Cura de San Andrés que acudió allí, que se dice Bartolomé de la Parra con unos corporales con que enjugaba el rostro de la Imagen, y vido este testigo como los dichos corporales con que enjugaba el rostro de la Imagen de Nuestra Señora, después de haber enjugado el rostro y pasado a la Imagen por la cara y la Lámpara todavía llena de aceite; y ansí vido este testigo que de las gotas de sudor de el rostro de la Imagen les ponían los dichos Clerigos en la cara y ojos de los que allí estaban, y duró este Milagro de el sudor y aceite de la Lámpara más de una hora y media, y ansí, entiendo por lo dicho, como por haber estado estas noches antes, tan junto de este Villa tanto multitud de Moros, sin haber sido sentidos hasta que se embarcaron sin haber hecho daño a ninguna persona, ni cautivado a nadie, habiendo venido tres leguas por tierra y pasado por las casas de la Rambla, que con dicho este Milagro de Dios Nuestro Señor, nos quiso por intercesión de su Benditísima Madre, nos quiso escapar de tan mal poder, y por espertarnos del sueño y que le diésemos por ello gracias, nos lo mostró como dicho es, y este testigo vido y que esto es la verdad y lo que sabe por el juramento hecho, y que es de edad de cincuenta y cuatro años poco más o menos y firmólo. Pedro de Leon Rosique. Ante mí, Jorge Escobar.

 

OCTAVA DECLARACIÓN:

Para la dicha información el Señor Alcalde Juan Zamora Vivancos, tomó e recibió juramento en forma de derecho de Lucas Treviño, vecino de esta villa de el cual haciéndose cargo de el prometido decir verdad dijo, que lo que de ello es, que el domingo pasado que se contaron diez y siete días en el mes de Noviembre de el año de mil quinientos ochenta y cinco, ese día por la mañana hubo rebato al reir el alba y dijeron que había venido un guarda de la Cueva de los Lobos, que había dicho que había sentido rumor, y ansí vino a dar aviso de ello, y se tocó la Campana del Castillo y la gente despertó y fue la gente de a pie y a caballo a la Mar y según dijeron los que a el dicho rebato fueron que vieron como siete Galeotas gruesas iban a la vuelta de Cope que es la banda de poniente de esta Villa, y ansí andando mirando la dicha gente que a el rebato fueron que había hallado el rastro de los dichos Moros venía donde la dicha casa de los Lobos hasta la Cueva de el Plomo y de allí a la voquera adelante por junto a la sierra a la heredad del dicho Señor Alcalde Juan de Zamora y a las Moreras grandes y a la Torre de éste en la dicha heredad y de allí vivieron por las tierras de Sepúlveda, a la Cruz de los Caminos que va de esta Villa a la Rambla y de allí por la Rambla a el Camino de las Pedreras viejas a el Puerto de Piedra Malo; y ansí, según dijeron los que fueron a descubrir, que pasaba el rastro de los dichos Moros hasta Palazuelos al Vol, que dicen de el diablo y que el dicho rastro era tan grande que parecía muy bien haber por él más de quinientos hombres, y llegaron tan cerca esa dicha noche los dichos Moros, unos quinientos pasos de esta Villa sin ser sentidos de alguna persona, y ansí se retiraron a hacer madrugada sin ser compelidos de persona alguna y todo este lugar estuvo y quedó escandalizado de haber visto rastro de gente tan grande y haber llegado tan cerca de esta Villa y no haber dado en ello que con grande facilidad se pudieron llevar tantos hombres y mujeres y niños; y ansí se salió de Misa después de haberla oído y estando comiendo oyó tañer la Campana de la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción; y fue éste testigo allá y halló que había mucha infinidad de gente, dando alarido y pidiendo a Dios perdón y alabando a Nuestra Señora la Virgen María, y vido este testigo como corría de la Lámpara que estaba y está delante de la Imagen de la dicha Iglesia, vido que de ella salía abundancia de aceite y caía en el plato de la dicha Lámpara y se untaba y encendía algunas veces la dicha Lámpara y la lumbre de ella. Y el alarido de la gente era tanta y la gente tanta, que daban voces diciendo: que sudaba el rostro de la Imagen de Nuestra Señora que está en el altar de la dicha Iglesia, y  esto decían todos los que allí estaban cerca, y este testigo por ser viejo no pudo llegar a vello, pero fue muy público el dicho sudor de la dicha Imagen, y vido este testigo que estaban allí los dos curas de las Iglesias de esta Villa y el uno de ellos tomó en sus manos corporales y limpio el rostro de la dicha Imagen y decían que los había mojado en el dicho sudor; y mucha gente acudió a tomar de el dicho acceite de la Lámpara que untar con él los ojos y cara y otras partes enfermas, y luego se hizo una procesión de todas las Cofradías y Cruces de la iglesia y fueron por las dichas iglesias hasta volver a la dicha Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción donde había salido la dicha procesión, y sabe este testigo que fue grandísimo Milagro el que ese día Nuestro Señor obró con este pueblo habiendo llegado los moros tan cerca y no habérselos llevado a todos; y que esto sabe y es la verdad por el juramento fecho. Y que es de edad de sesenta y seis años poco más o menos, y no firmó porque dijo no sabía; firmólo el Señor Alcalde. Juan de Zamora Vivancos. Ante mí, Jorge de Escobar.


(continuará)




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se ruega NO COMENTAR COMO "ANÓNIMO"