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sábado, 5 de julio de 2025

ECO.85 DE NEPOTISMO Y OTRAS MALDADES

De Nepotismo y otras maldades, por Sienso 

No son las nepóticas prácticas que se practiquen en la actualidad, que se hayan convertido en moda. Creo que se han llevado a cabo desde tiempos remotos pero que quedaban ocultas, entre otras cosas porque los medios de comunicación eran muy escasos y sus formas de difusión eran mínimas, solo existía la impresión en papel, a la que tenían acceso muy pocos; y en la radio cuya primera emisora se difundió por las ondas a finales de 1924 en Barcelona.

O sea que numerosísimas prácticas no salían a la luz y quedaron durante mucho tiempo en el ostracismo. Solían ser las clases dominantes quienes las llevaban a la práctica normalmente para beneficiar a sus afines y amistades o a personas que les estarían agradecidos a lo largo del tiempo y les "pagarían" con creces, posiblemente durante toda su vida.

Yo nunca he visto mal ayudar a los desfavorecidos cuando verdaderamente les era necesario. Solía ser la falta de información o la incomunicación, que viene a ser lo mismo la que les impedía acceder al mundo del trabajo, por ejemplo, y les podía venir bien una ayuda.

Pero, no. A mí tampoco me gustan esas prácticas ni muchas otras que, ahora sí, especialmente en el ámbito político se puede decir que son bastante habituales y que los medios y otros órganos del estado rápidamente sacan a la luz pública y son denunciadas. Ocurre con frecuencia, y posiblemente no hecho a adrede, que se pone a lobos disfrazados de corderos a guardar a las gallinas.

Sin duda también tendrá que ver en esto que España es uno de los pocos países europeos que no tiene un plan estratégico contra la corrupción.

Durante buena parte de la democracia han surgido prácticas corruptas en el ámbito político relacionada con los dos partidos que han gobernado durante los últimos 40 años, aunque hasta ahora había afectado más al partido conservador que al socialdemócrata.

Pero son los partidos que gobiernan los que se pueden corromper y durante el último año y medio han sido dos pesos pesados y un asesor, de momento, del actual gobierno del PSOE quienes han metido la mano donde no debían.

Ha sido la U.C.O. (la Unidad Central Operativa de la guardia civil) quién ha sacado a la luz importantes corruptelas y mordidas en diferentes contratas, básicamente en empresas de construcción.

Pero hay otras muchas cosas que no me gustan. No me gusta por ejemplo que miembros de un partido, en este caso el Partido Popular destruya a martillazos los discos duros de los ordenadores para destruir pruebas de sus malas prácticas, valga la redundancia.

Tampoco me gusta que algunos gobiernos autonómicos como el de Madrid, cada vez invierta menos en las universidades públicas a favor de las privadas y así impedir que accedan a la enseñanza universitaria los menos favorecidos.

Lo mismo ocurre en la misma autonomía con la sanidad, cada vez concierta más con la privada y la publica lo pasa peor para atender a los menos favorecidos económicamente.

Pero el colmo, lo más increíble y cruel, fue que cuando la pandemia del COVID atacaba duramente, técnicos de la  Consejería de sanidad de la misma comunidad, sí la de Madrid, con el visto bueno de su presidenta, firmaran un protocolo para que los mayores ingresados en residencias públicas que estuvieran muy afectados y que no tuvieran seguro privado, o sea los menos pudientes de nuevo, no pudieran ser asistidos médicamente ni en sus residencias ni en otros hospitales públicos donde supuestamente habían camas. El resultado fue que fallecieron más de 7.000 ancianos de manera indigna, cuando muchos de ellos podrían haber sobrevivido.

No. No me gusta eso ni muchas cosas más.


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