EL ECO DE LA TORRE

EQUIPO DE REDACCIÓN Y COLABORADORES
B. Restaurante Villamares
Café Bar El Ancla
Chiringuito La Cangreja -La Azohía-
EL ECO DE LA TORRE

(continuación del comentario al Artículo 25)
“Buenos días, Antonio: Espero de corazón que hayas tenido un buen verano. El nuestro no ha sido fácil. Hace unos días te escribía para compartir contigo una noticia increíblemente dolorosa: la hambruna había sido declarada oficialmente en la Gobernación de Gaza.
Hoy me gustaría explicarte, con más detalle, qué significa esto y por qué es tan grave. La verdad es que para que se declare hambruna deben cumplirse unas condiciones muy específicas, tan extremas y terribles que rara vez llegan a darse. Para que te hagas una idea de la magnitud del sufrimiento: es la primera vez en la historia de Oriente Medio que se cumplen las condiciones necesarias para declarar hambruna. Hace un par de semanas, Antonio, cruzamos esa línea. Otra más. Para que se reconozca oficialmente la existencia de hambruna deben superarse dos de estos tres umbrales críticos:
Al menos el 20% de la población debe sufrir escasez extrema de alimentos. Al menos el 30% de los niños y niñas debe sufrir desnutrición aguda. Dos de cada 10.000 personas -cuatro si hablamos de niños y niñas- deben morir cada día como consecuencia de la inanición y las enfermedades que provoca. Hablamos de PERSONAS. Con nombre, rostro e historias que contar… Cada cifra es una vida interrumpida, Antonio.
Una madre que no verá crecer a su hijo. Una mano que no encontrará quien la sostenga. Una risa que no estallará de nuevo. Vidas que aman, que sueñan. Igual que las nuestras. Y cada una de ellas importa. La hambruna, Antonio, no solo tiene que ver con la falta de alimentos. Es el colapso absoluto de todo lo necesario para la supervivencia humana. Y no aparece de repente.
Es el resultado de un proceso lento y cruel: primero se destruyen las infraestructuras y los sistemas alimentarios, luego se agotan las reservas y se dispara el precio del pan, después las familias se ven obligadas a saltarse comidas y empiezan a rebuscar entre la basura, a pelear por un puñado de harina, a mendigar. Y cuando la dignidad se quiebra y el silencio se apodera de los cuerpos sin fuerzas siquiera para llorar, la muerte comienza a extenderse por todos los rincones.
Esto, Antonio, es lo que está ocurriendo en Gaza. Y no es accidental. Por eso, no basta con compadecerse. Tenemos que seguir hablando, gritando, presionando, exigiendo. El alto el fuego y el acceso humanitario son la única opción. La suya y, por tanto, la nuestra. Aunque duela leerlo, aunque incomode decirlo: el silencio también mata. Por eso, no tengas ninguna duda de que tu voz, tu compromiso y tu lucha están marcando una diferencia real para miles de personas. Y lo seguirán haciendo.
Gracias por unir tu voz a la de UNRWA y mostrar tu apoyo a Palestina.
Con cariño,
Cristina y el equipo de UNRWA.”
UNRWA es la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (United Nations Relief and Works Agency for Palestine Refugees).
Considero que esto es lo más actual y grave a nivel mundial frente a los derechos expresados en este artículo 25.
(continuará)
(continuación)
Artículo 46. Conservación del patrimonio artístico
“Los poderes
públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del
patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los
bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y titularidad.
La ley penal sancionará los atentados contra este patrimonio.”
Como en casi toda nuestra Carta
Magna, los ponentes estudiaron muy bien y cuidaron mucho las redacciones del
articulado y sus apartados; en los poderes públicos quedan incluidos los
municipios desde los más pequeños a los más grandes, las provincias de las
menos a la más pobladas; dentro de los pequeños pueblos de la España vaciada se
encierran valiosos tesoros arqueológicos difíciles de mantener y necesitan el
amparo de la comunidad autónoma o del Estado, para que no haya excusa; el
objeto es proteger y desarrollar no solo el objeto en sí sino también
lo que encierra; además, sea cual sea su régimen o titularidad del objeto,
porque intuyo que detrás de cada objeto no está ajena la picaresca.
Alguien dijo, muy acertadamente
que “el pueblo, el país… que no protege su patrimonio histórico, cultural y
artístico está condenando a desaparecer”. Lo sabían muy bien los serbios
cuando, en las continuas y crueles guerras de los Balcanes en la década de los
90 del siglo XX. Destruyeron la valiosa biblioteca de Sarajevo. Por supuesto,
veo procedente una ley penal que pueda sancionar a los posibles depredadores o
saqueadores, que siempre los hubo, aunque de distinto signo.
La extraordinaria Irene Vallejo,
cuyo “El infinito en un junco” es para muchos de nosotros lo más amplio y
logrado de la comunicación entre los humanos, empieza su relato por la manera
en que los Tolomeo se hacen con los textos griegos para enriquecer las ya ricas
Bibliotecas de Alejandría, capital de la porción que asumieron del Imperio de
Alejandro Magno.
Cualquier griego de cultura media
sabe que muchas de las piezas de su maravillosa Acrópolis están enriqueciendo
el ya rico Museo Británico y que no fueron arrancadas de su emplazamiento y
llevadas a dicho museo de una manera que se pueda calificar de honesta, y que
el Gobierno griego reclama su de devolución.
En el Castillo de Vélez Blanco,
detentado por la entonces poderosa y acaudalada estirpe de Los Vélez, el
claustro estaba decorado con unos bajorrelieves, obra de Andrea Mantegna
(1431-1506), uno de los grandes creadores polifacéticos del Quattrocento italiano.
Uno de los descendientes de los Vélez, que ya no era tan amante de las
exquisiteces renacentistas, o que necesitaba el dinero o ambas cosas, los
vendió a un visitante francés por 80.000 pesetas. El destino parecía que iba
ser el Museo del Louvre, pero no llegó allí; por el camino se encontró con un
adinerado norteamericano y terminó en el Metropolitano de Nueva York. Tenemos
las bellas imágenes y prometida una reproducción ¿para cuándo?
Más de un adinerado de este país,
recorriendo el nuestro, en esa España vaciada descubrió alguna pequeña iglesia,
bella joya románica; se encapricha, la hace desmontar piedra a piedra y de
manera similar aparece montada en su finca de EEUU. Aparte del dinero tienen
buen gusto y aman el arte.
(continuará)
NO me gusta… la guerra de aranceles que últimamente
está impulsando el gobierno populista norteamericano.
Efectivamente los aranceles son
una herramienta de la política de los gobiernos. Y son “barreras
comerciales” que desde siempre se han utilizado -fundamentalmente- para corregir
fuertes desequilibrios en el comercio entre países, o en otros casos
para “proteger” determinadas industrias nacientes (y hay que ser
muy cuidadoso en las consecuencias de las prácticas proteccionistas… -esas u
otras-)”, y también se han utilizado para “castigar” a algunos países que
realizan prácticas comerciales desleales (arancel enmascarado
diplomáticamente como una respuesta a estas prácticas desleales inadmisibles).
Prácticas comerciales inadmisibles, podrían ser, por ejemplo, el trabajo de
niños para minimizar los costes, el “dumping” (o venta de productos a un precio
sensiblemente inferior al que corresponda o se considere normal), los subsidios
o subvenciones a productos para favorecer la competitividad, y otras
similares). Pero ¿realmente son estos casos los que han dado lugar a esta
“guerra de aranceles”?
NO me gusta, pues, la
“imposición forzada y agresiva” de aranceles, sin que previamente hayan
tenido lugar reuniones de diplomacia económica, de negociaciones basadas en las
reglas (y políticas) comerciales mundialmente aceptadas en, y para, el comercio
internacional.
NO me gusta…, el anuncio
“bombo y platillo” de la aplicación de nuevos (e importantes) aranceles a determinados
países (o como en este caso a la UE) con objeto de forzarles a una negociación
para que cambien sus políticas comerciales… Y de paso pretender así conseguir el
“acobardamiento” del contrario…, cosa que si no se logra (del todo) provocará
represalias (es común que el afectado responda con medidas propias), también en
forma de aranceles. Es lo que recibe el nombre de “guerra de aranceles”.
No me gusta la guerra de
aranceles, que ha iniciado el gobierno norteamericano, porque
significa una medida proteccionista extrema -muy contraria a las políticas
liberales de un mundo globalizado-, con la que se pretende lograr una “ganancia
política interna”. Creo que, en general, las políticas “proteccionistas”
tienden a ser “populares” entre la población que teme la pérdida de empleos (o
de influencia) a causa de la competencia extranjera. ¿Será éste el fin último
de la imposición de estas medidas?
NO me gusta la guerra de
aranceles, porque en ella nadie gana (dicen que a largo plazo…). Aunque al
principio se puedan conseguir algunas concesiones del rival, el coste para la
propia economía y la de sus ciudadanos suele ser significativo. Las empresas se
enfrentan a mayores costes, los consumidores pagan más por lo mismo y la
incertidumbre reduce las inversiones. Lo que comienza como una medida de
protección para unos pocos sectores puede terminar dañando a muchos,
demostrando que, en el juego del comercio global, la cooperación y el diálogo
suelen ser más productivos que la confrontación.
NO me gusta la guerra de
aranceles, porque cuando un país impone impuestos a las importaciones, los
productos extranjeros se vuelven más caros, lo que suele trasladarse a los
precios al consumidor (la factura final recae en las familias). Se reduce el
poder adquisitivo, “golpeando” especialmente a quienes tienen ingresos bajos o
fijos…
NO me gusta la guerra de
aranceles, porque las empresas, y especialmente las pymes, sufren
importantes incrementos de costes (y también retrasos -en un mundo
interconectado, muchos productos dependen de insumos procedentes de distintos
países-); encarecimiento de la producción que obliga a las empresas a buscar
proveedores alternativos, a veces de inferior calidad. Industrias que dependen
de exportaciones pueden sufrir caídas de demanda, lo que se traduce en
inseguridad laboral, despidos, reducción de salarios y cierre de empresas.
NO me gusta la guerra de
aranceles, porque, en la ciudadanía, puede generar un ánimo de boicotear
“todo lo que provenga del otro país” (un rechazo generalizado a todo lo
importado), con el consiguiente perjuicio añadido a las estructuras comerciales
que hasta ese momento estaban funcionando. ¿Y si no se encuentran otras
alternativas equivalentes en calidad y precio?
NO me gusta la guerra de
aranceles, porque genera un conflicto comercial que tiende a desestabilizar
no solo las relaciones internacionales, sino también la economía de los propios
países implicados, generando un menor crecimiento económico. La incertidumbre
comercial disuade la inversión y reduce el comercio internacional, lo que además
de ralentizar el crecimiento económico global puede, en el peor de los casos,
provocar una recesión. Y lógicamente todo esto afecta más al país más débil.
¿De acuerdo?
Seguro a vosotros, tampoco os
gusta… el panorama que se nos viene encima.
(continuación)
3ª. El más breve que al final prosperó.
“(En este
momento, y cuando eran aproximadamente las dieciocho horas y veinte minutos,
tras escucharse en el pasillo algunos disparos y gritos de «¡Fuego.
fuego!» y «¡Al suelo todo el mundo!» irrumpe en el
hemiciclo un número elevado de gente armada y con uniforme de la Guardia Civil,
que se sitúa en lugares estratégicos, amenaza por la fuerza a la Presidencia y,
tras un altercado con el Vicepresidente Primero del Gobierno, Teniente
General Gutiérrez Mellado, conmina a todos a tirarse al suelo, sonando ráfagas
de metralleta. Queda interrumpida la sesión.)”.
Si mezclamos la tradición
narrativa de quien fuera Diputado y enorme escritor, D. Benito Pérez Galdós,
con mi natural propensión a la creación de nuevas palabras38
obtendremos la expresión eclipsodios nacionales, referida a
momentos oscuros de nuestra historia reciente, categoría en la que sin duda
cabe lo ocurrido el 23 F de 1981, esa irrupción de guardias civiles en el
hemiciclo de mi querido Congreso de los Diputados. Esa gente armada,
uniformada, “tricornizada”, nos obligó a tirarnos al suelo y a sufrir la
balacera, ese tiroteo cuyo impropio sonido dentro del Parlamento resuena aún en
mis oídos y me estremece. Todo se oscureció, y por eso no era fácil dar con la
versión adecuada para el Diario de Sesiones.
D. Protección de las Cámaras. La insuficiencia, incluida la tipificación de delitos en los Códigos Penales. Los asaltantes como especie invasora.
Es cierto que existe protección penal para las sedes parlamentarias y aún para el desarrollo de su actividad y que las leyes punitivas tipifican como delito contra la Constitución el hecho incluso de obligar a las Cámaras a hacer o a dejar de hacer algo que tenga que ver con sus atribuciones o competencias. Así lo establece el actual artículo 472 del Código Penal, inserto dentro del Título XXI, Delitos contra la Constitución, cuyo Capítulo I se refiere a la Rebelión, y en el cual aparece el citado precepto con la siguiente redacción
“Artículo
472.
Son reos
del delito de rebelión los que se alzaren violenta y públicamente para
cualquiera de los fines siguientes:
1.º
Derogar, suspender o modificar total o parcialmente la Constitución.
2.º
Destituir o despojar en todo o en parte de sus prerrogativas y facultades al
Rey o a la Reina, al Regente o miembros de la Regencia, u obligarles a ejecutar
un acto contrario a su voluntad.
3.º
Impedir la libre celebración de elecciones para cargos públicos.
4.º
Disolver las Cortes Generales, el Congreso de los Diputados, el Senado o
cualquier Asamblea Legislativa de una Comunidad Autónoma, impedir que se
reúnan, deliberen o resuelvan, arrancarles alguna resolución o sustraerles
alguna de sus atribuciones o competencias.
5.º
Declarar la independencia de una parte del territorio nacional.
6.º
Sustituir por otro el Gobierno de la Nación o el Consejo de Gobierno de una
Comunidad Autónoma, o usar o ejercer por sí o despojar al Gobierno o Consejo de
Gobierno de una Comunidad Autónoma, o a cualquiera de sus miembros de sus
facultades, o impedirles o coartarles su libre ejercicio, u obligar a
cualquiera de ellos a ejecutar actos contrarios a su voluntad.
7.º Sustraer cualquier clase de fuerza armada a la obediencia del Gobierno.”
No queremos ahondar en reformas recientes de nuestro sistema punitivo. A veces basta con aplicar el vigente para proteger instituciones como nuestro querido Parlamento. Pero debemos estar en todo caso atentos a las especies invasoras. Estas utilizan incluso apelaciones sentimentales, una supuesta lírica concentrada en frases como “guardianes del juramento” que pueden engañar, sobre todo si, como ocurrió en el caso del Capitolio estadounidense, se transmiten sin más por las redes sociales en aras de convocar manifestaciones y asedios. Ello no excluye, desde luego, la violencia física: allí ha sido condenada una persona de catorce años que atacó a un policía con gas pimienta y una silla.
Han pasado 2 años y cuatro meses de las imágenes que todos vimos mientras abríamos los paquetes de los regalos esa mañana del día de Reyes. Parecía que habían conectado en directo con un plató de rodaje de una película de Hollywood.
Nuestra primera norma de Cádiz al respecto, el Reglamento de 1810, de 24 de noviembre, contiene un apartado “De la Guardia”, y en él se puede leer este texto: “en el interior del Palacio de las Cortes harán la guardia los Reales Cuerpos de Guardias de Corps y Alabarderos, y en el exterior y galerías las Reales Guardias Españolas y Walonas, en los términos que la hacían en el Palacio del Rey. Los Jefes de la guardia recibirán la orden del Presidente de las Cortes”. No ha cambiado mucho la cosa: hoy día seguimos custodiados por policías y cuerpos de seguridad que pertenecen a fuerzas nacionales, no son propias del Congreso o del Senado.
Algo más tarde, en el Reglamento de 1813 (Libro I, pág. 125) se regula, el “Capítulo 21”, “la guardia de las Cortes”, y se apunta que “el jefe de ésta recibirá las órdenes del Presidente y los centinelas se distribuirán por la Comisión de orden y gobierno interior. La guardia será precisamente de infantería de los cuerpos que sirvan en el palacio del Rey”.
El Reglamento del Congreso de los
Diputados de 14 de febrero de 1838 ya recogía una mención expresa a “la
política y gobierno interior” de la Cámara. En concreto se establecía
que “la policía del Congreso y del edificio corresponde a su Presidente, que
dará las órdenes oportunas a los empleados y al jefe de la guardia militar”.39
(continuará)
38 Vid mi libro, Kolia de KAZÁN, Ficcionario:
diccionario inventológico. (También pi-ccionario: 3141 voces nuevas, un número
de palabras que se acerca a pi), Círculo Rojo, Madrid, 2020.
39 Vid. Adolfo PONS
y UMBERT, Organización y funcionamiento de las Cortes según las
Constituciones españolas, Madrid, Congreso, 1906, pág. 439.
(continuación)
¿Y ya está?
Posiblemente debido a la gran cantidad de personas que los utilizan, cada día asistimos a noticias sobre efectos de los GLP-1RAs en diversas enfermedades asociadas a la diabetes y/o a la obesidad. Por eso lo de llamarlos la nueva Panacea del siglo XXI.
En los diabéticos es frecuente encontrar síntomas de fallo en el funcionamiento de los riñones. Lo que se llama Enfermedad Renal Crónica. Cuando se comparó lo que pasaba con estos enfermos si tomaban GLP-1RAs o un placebo se tuvo que parar el experimento, porque la mejoría en la progresión de la enfermedad era tal, que seguir dando placebo iría contra la ética médica.
Se piensa que el efecto de protección renal puede producirse no solo en los diabéticos obesos, pero faltan investigaciones para estar totalmente seguros.
En 2023 se comprobó que uno de estos análogos tenía un efecto de protección cardiovascular y lograba disminuir los infartos de miocardio y los accidentes cerebro vasculares en personas obesas y con cardiopatía. La protección cardiovascular parece independiente de la pérdida de peso ya que se consigue con disminuciones de tan solo el 5% del peso.
También parece que son útiles en los casos de hipertensión y apnea del sueño. Estando ambas situaciones relacionadas con la obesidad, se puede pensar que el efecto sea secundario a la pérdida de peso.
También actúan sobre algunas enfermedades cutáneas. Así, en la psoriasis y la artritis psoriásica los agonistas del GLP-1 mejoran la respuesta a los tratamientos, efecto secundario a la pérdida de peso, pero también podrían tener propiedades antiinflamatorias independientes.
También mejoran otras enfermedades cutáneas como algunos síntomas de la hidradenitis supurativa y actúan sobre diversos factores que promueven la cicatrización de heridas.
En relación con la salud mental existe la posibilidad de que lo análogos al GLP-1 ejerzan efectos directos en el cerebro, sobre zonas relacionadas con el estado de ánimo y el procesamiento de la recompensa. Esto podría influir en el bienestar emocional que manifiestan las personas tratadas independientemente de las mejoras en la salud física, cuando bajan de peso.
Se han descrito otros efectos como reducción de la adicción al juego, el alcohol, el consumo de drogas, el tabaquismo y las compras compulsivas.
Para que estos medicamentos actúen es necesario que las células tengan en su superficie receptores para el GLP-1. En efecto los tienen y en abundancia en el páncreas que es el órgano diana del GLP-1, pero también se encuentran, por orden de abundancia, en corazón, glándulas salivares, cerebro, intestino, estómago, mamas, tiroides, pulmón, piel y con menor frecuencia en otros tejidos.
Su presencia en el cerebro es interesante porque parece que son capaces de ejercer un efecto protector contra la demencia más intenso que otros tratamientos de la diabetes.
Los GLP-1RAs pueden ayudar a reducir las exacerbaciones de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica a través de efectos antiinflamatorios, de la disminución de peso, de sus efectos cardiovasculares y de mecanismos de protección pulmonar.
En realidad, hay que avisar que esto se está escribiendo en junio de 2025 porque cada día aparecen noticias sobre otras posibilidades terapéuticas de los agonistas de los receptores del GLP-1.
Por supuesto que no son una verdadera panacea, que ya sabemos que se considera desde hace siglos como una utopía, pero resultan intrigantes tantos efectos para unos fármacos relacionados con una sustancia, el péptido similar a glucagón, que no se descubrió hasta la década de los 80 del siglo pasado y de los que se dispone en las farmacias solamente desde principios de este siglo.
En la investigación sobre los mecanismos de actuación de estos medicamentos tropezamos con un inconveniente y es que no es razonable utilizarlos en personas sanas, por lo tanto, sus efectos se estudian sobre todo en diabéticos obesos. El motivo es simple, los GLP-1AR, como cualquier medicamento eficaz tiene más de un efecto y alguno es perjudicial. Por consiguiente, no sería ético administrarlo a quien no le va a beneficiar, de entrada, pero sí le podría perjudicar.
Si sus efectos se deben a que mejoran los niveles de azúcar en sangre no se espera que los tengan en quienes tienen una glucemia normal. No parece que sea esta la causa fundamental ya que otros medicamentos que normalizan la glucemia no tienen los efectos de los GLP-1AR o si los tienen es en menor intensidad.
Si los efectos se deben a la bajada de peso, la primera conclusión sería que la obesidad es una enfermedad mucho más grave de lo que pensamos, ya que la simple bajada de peso provocaría mejorías en órganos tan distintos como al corazón, el cerebro, la piel o los pulmones.
No se puede descartar que sea el efecto sobre el peso la explicación; pero habría que comprobar que no se produce cuando se trata a personas sin obesidad y dispuestas a aceptar las molestias intestinales, náuseas, vómitos, diarreas, riesgo de pancreatitis o de enfermedades oculares y otros efectos secundarios de estos medicamentos. Sin hablar de lo caro que resulta el tratamiento y de que casi siempre se lleva a cabo mediante inyecciones subcutáneas (ya hay pastillas para emplearlos vía oral, aunque desde hace poco).
Por todo esto es muy interesante la posibilidad de que algunos efectos estén mediados por una acción antiinflamatoria independiente del peso y la glucemia, lo que justificaría su empleo en algunos casos sin diabetes ni obesidad.
Mientras tanto
esperemos que las ingentes ganancias que están teniendo los laboratorios con
estos medicamentos, les induzcan a incrementar su investigación en esta vía,
pero sin olvidar los tratamientos para enfermedades menos frecuentes, pero
incluso más graves y más olvidadas.
José Sánchez Bustamante nació en Cartagena el 24 de marzo de 1940, inició sus estudios en el colegio público del Barrio de San Antón. Antes de terminar la escolaridad, teniendo sólo 12 años, se tiene que poner a trabajar mientras sigue su aprendizaje por su cuenta.
Como este hombre y yo nacimos el mismo año, el siguiente de finalizar nuestra guerra civil, sabemos lo que es trabajar de niños en el campo y con pocos años, pero acaso con menos dureza que en la ciudad. Eso puede ir haciéndonos una idea de un hombre que se fue haciendo a sí mismo a base de esfuerzo, constancia y tesón.
A los 17 años ingresa voluntario
en el ejército de la marina, por la especialidad de contramaestre. Con 18 lo
trasladan al Ferrol, donde durante más de dos años recibió formación e hizo
prácticas en el buque escuela Galatea. Tras estos dos años de intensa
formación en El Ferrol le someten a un examen del que sale cualificado de cabo
contramaestre con 20 años.
De vuelta a Cartagena, estuvo dos años ejerciendo de militar de marina en buques de superficie. Con 22 años le destinan a ejercer en submarinos, destino que cubrirá 32 años de su vida profesional.
El submarino es un arma de ataque sorpresa y su proyectil específico es el torpedo; es antecesor del submarino con carga nuclear, del que carece nuestro país en este momento; desde su aparato de observación específico, el periscopio, por el cual un marino de la tripulación puede ver durante las 24 horas todo lo que asoma a la superficie en el entorno. Mediante otro aparato, el snorkel, (muy habitual en los submarinistas), bajo el control de mando pueden acceder a la superficie del agua para renovar el aire exterior imprescindible para la respiración de los tripulantes y para el buen funcionamiento de los motores diésel.
Nuestro marinero ejerció su profesión en diversos submarinos; por la duración o importancia recuerda el Dafne, el Súper Dafne y el americano. La tripulación o dotación la componían entre 60 o 70 militares. Ante mi asombro, porque me parecía imposible, me aclara que algunos de estos submarinos se acercaban a los 100 m. de eslora. La escala jerárquica se distribuía en: un comandante, como responsable máximo, cuatro oficiales, 20 suboficiales entre los que estaría nuestro amigo. Supongo que el resto sería clase de tropa base. Sólo disponían de un practicante como sanitario, pero me sorprende que no contaran con un sacerdote capellán.
En el submarino no se sabía cuándo era de día o de noche; pero se organizaban horarios de trabajo, descanso y comidas, cambiándolos metódica y periódicamente.
No dejo de pensar que la vida y la rutina deben ser muy duras por más que la tripulación sea imaginativa y haga esfuerzos por amenizar los días y las horas. Romperían no poco cuando atracaban en algún puerto, previamente concertado y se tomaban algunos días, no muchos, de bastante libertad; por supuesto, eso no les eximía de pasar lista diariamente y pernoctar en el submarino con una hora determinada de salida y de vuelta ¡cuántas leyendas, narraciones o poemas ha habido sobre esos marineros que llegan a los puertos periódicamente, aunque sus estancias sean cortas!. Esperemos que nuestro marinero nos cuente alguna en algún próximo número. En 1989, cuando llevaba 32 años en el submarino, se le examina de nuevo y se le da destino exterior, con la graduación de oficial en la base naval de Cartagena.
Ahí le dejamos con un deseo firme
de continuar en el próximo número, si el protagonista lo tiene a bien.