Reflexiones sobre la Homilía del Papa, por A. Fernández García
Su salida al balcón, recién elegido,
ya nos adelantó algunas ideas de lo que será su pontificado, que, a priori, promete
ser largo.
Su primera homilía en la primera misa
pontifical el 18 de mayo de 2025 en la Plaza de San Pedro, bajo palio y con el anillo
del apóstol Pedro, pescador. Su homilía nos parece ya un avance programático.
Gracias a Dios he conseguirlo descolgar de internet lo que me
parece el texto completo.
Empieza dando las gracias por la misión
que se le ha encomendado y cita, como buen agustino, una expresión muy reiterada
y sentida de San Agustín en sus confesiones: “nos has hecho para ti, Señor, y
nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.
A continuación, dirige un reconocimiento a su antecesor, papa Francisco, como buen pastor, que impartió su última bendición, precisamente en la Pascua de Resurrección.
Y con esa fe y esa certeza se han
reunido en cónclave los cardenales, de diferentes procedencias con distintas historias,
bajo la dirección del Espíritu Santo, elegir al sucesor de Pedro para dirigir el
rico patrimonio de la fe cristiana y afrontar las inquietudes, los interrogantes,
los desafíos, que plantea el mundo de hoy.
Fui elegido sin mérito alguno, y con
temor y temblor, vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su
fe y su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios.
Amor y unidad son las dos dimensiones
que Jesús confió a Pedro. En el evangelio del día, junto al lago donde Jesús inicia
la misión del Padre, elige a Pedro y a los primeros discípulos para ser pescadores
de hombres.
León XIV, retoma el texto evangélico
del día. Han pasado toda la noche pescando por iniciativa de Simón y no han capturado
nada. Jesús, ya resucitado, aparece en la orilla encendiendo un brasero y poniendo
en él un pez grande. Se dirige a ellos, pidiendo pescado; al decirle que no han
pescado nada, les dice que echen la red a la derecha; la red se ha llenado tanto
que amenaza romperse.
Juan se adelanta a decir: “es el
maestro”. Simón se echa al agua y viene al encuentro de Jesús. La pesca es tan
grande (195 peces grandes) que la red amenaza romperse y hacen señas a los de la
otra barca para arrastrarla a la orilla.
Mientras disfrutan de aquel pescado
Cristo pregunta por tres veces a Simón si le ama y éste, que ha dudado y que le
ha negado tres veces se siente avergonzado; pero nuestro Señor, a pesar de eso confía
en Simón el pescador, Pedro, para representar y dirigir en el futuro a los creyentes;
y, además, amándolos como Él nos amó. “Un nuevo mandamiento os doy, que os
améis los unos a los otros como yo os he amado”.
Pedro, los apóstoles y sus sucesores
deben ser pescadores de hombres. Desea y pide “una iglesia misionera, unida
en la diversidad”.
A eso deseo añadir los últimos datos
que he podido hallar en internet:
Se calculan en el mundo 1.406 millones
de católicos.
De ellos 637 millones corresponden
a América.
281 millones, a África, que lidera
el crecimiento.
286 millones, a Europa.
150 millones, a Asia.
Y 5,1 millones a Oceanía.
En Europa y América, la tendencia
es descendente, sube en los otros continentes.
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