La Noche de San Juan -poema-, de Marisol Vilchez
En la noche de San Juan,
cuando rompen los suspiros,
cuando florece el romero
a la vera del camino,
cuando en los viejos campos
amarillean los trigos
y la albahaca nos regala
su aroma y pequeña flor,
el solsticio de verano
lo llena todo de amor.
En mi pueblo se transmite
una tradición hermosa:
poner ramas de los arboles
en las puertas de las mozas.
Cuando todo está en silencio
y llega la madrugada,
los muchachos se dirigen
a la meta deseada.
Y entre risas contenidas
y bromas alborozadas,
van engalanando el pueblo
con tiernas y verdes ramas.
Ellas duermen deseando
que despierte la mañana:
Tienen que ir al arroyo
para lavarse la cara.
Este rito les hará
estar un año más guapas.
Cuando salen a la puerta,
se acelera el corazón,
brillante es la mirada,
se desborda la ilusión.
“Te quiero” es el mensaje
si la rama es de ciruelo;
si es de álamo, “te amo”;
si es de cerezo, “te beso”.
Y triste queda la niña
si su rama es de un olivo;
su significado es malo:
le quieren decir “Te olvido”.
Pero en este amanecer,
la mañana de San Juan,
pronto se olvida el olivo...
Un mozo la está esperando...
quizá sea su destino...
Con emoción contenida,
le ofrece una ramita.
Ella ve que es de moral
y sabe qué significa:
“Que la mancha de la mora
con otra verde se quita”.
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