ZOZOBRA Y PREOCUPACIÓN, por Sienso
Sería mediados de enero cuando me
llegó a mi móvil (como me llegan tantísimas cosas de toda índole y sin que yo
las solicite) una noticia que, a priori, me llamó la atención muy gratamente
pero que, a la vez, me llenó de zozobra y preocupación.
Literalmente, decía así:
"Darío Gil, el científico
murciano recientemente fichado por Trump, ingresa como miembro de Honor, en la
Academia de las Ciencias de la Región de Murcia".
El acto se celebraría unos días
después en el Aula de cultura de la Fundación Cajamurcia.
El día se acercaba y comencé a
ver la manera de poder asistir a dicho acto. Conseguí un teléfono de contacto
llamé y no me lo cogieron, pero un par de minutos después me devolvieron la
llamada y me dieron un correo electrónico al que dirigirme y manifestar quien
era y lo que quería.
Tal protocolo y control no me
extrañó teniendo en cuenta que el acto lo presidiría el Presidente de la
Comunidad Autónoma y que asistirían varias personalidades más como el alcalde
de la ciudad.
Hice lo que me indicaron y pocos
días después recibí una invitación oficial personalizada y con toda la
formalidad posible invitándome al acto.
Llegó el día y allí estaba unos
minutos antes de la hora prevista.
Previa identificación, y uno a
uno, fuimos entrando.
Ya en el interior nos dijo
alguien de la organización que teníamos que dejar las 5 primeras filas libres
porque estaban reservadas para las autoridades, algún miembro del gobierno, el
alcalde de Murcia, familiares y amigos.
Comenzó el acto y después de
presentar al anfitrión, el Presidente de la Academia hizo un repaso por su
historial y sus logros profesionales más significativos.
A continuación, el protagonista, leyó su discurso basado, como era natural y así se esperaba, sobre la cronología de sus avances producidos en el mundo de la ciencia.
Me llenaba de orgullo y emoción
que un murcianico nacido, precisamente en la misma pedanía que lo había hecho
bastantes años después, nuestro famosísimo tenista Carlos Alcaraz, volara tan
alto. Era estupendo que dos murcianos pasearan el nombre de nuestra provincia
por todo el mundo.
Pero había algo que en absoluto
me gustaba en lo referente al científico murciano; no me gustaba su 'patrón',
la administración para la que iba a trabajar. Porque los científicos son
científicos pero esos políticos a los que "sirven", pueden tener
demasiado poder y este era el caso del que se trataba.
Desde el primer momento, desde
que me confirmaron mi asistencia, le di vueltas al tema y, aunque lo veía
difícil, solo pensaba en ver la manera de tomar la palabra al final del acto y
decirle algo a nuestro afamado científico.
Le daría la enhorabuena; pero,
acto seguido, le preguntaría si se sentía del todo cómodo, si era del todo
feliz cuando pensaba en las intenciones que había dejado entrever el
controvertido personaje que capitanearía la administración a la que
pertenecería desde, incluso antes de tomar posesión de su cargo. Porque había
manifestado intención de salirse de algún organismo internacional como la ONU,
que quería tomar el dominio y control del Canal de Panamá, que también había
hablado de su intención de que Canadá fuera el estado norteamericano número 51,
y de algunas lindezas más como anexionarse Groenlandia.
Pero, como me temía, no tuve
ocasión; no podía ser que en un acto de aquellas características cualquiera
pudiera tomar la palabra, intervenir.
De pronto sorpresivamente, el
señor presidente de la comunidad autónoma, se acercó al micrófono que tenía
ante él y dijo que el acto había terminado.
Lo hizo, de manera súbita, de
pronto; creo que a todos nos pilló por sorpresa. La gente se fue levantando de
sus asientos, comenzaron a aplaudir y a abandonar el local de forma ordenada.
Yo me liberé, de pronto, de la
presión que me producía el hecho de que se me presentara la ocasión de
intervenir, que realmente era lo que deseaba, pero por otra parte me inundó la
frustración de no poder haberlo hecho.
Aunque me llegué a creer que podía hacerlo, sabía que sería muy difícil, casi imposible. Pero no podemos aceptarlo todo y así hacernos cómplices de las tropelías de algunos por muy poderosos que sean. Cada cual, en su ámbito con su palabra, con su comportamiento..., podemos manifestar nuestro desacuerdo y oposición.
En su momento, el fascismo se
tapaba, se camuflaba, se escondía; se mostraba tímido, no se atrevía a hacer
manifestaciones de gran calado de forma súbita.
Pero desde hace un tiempo, no se
cortan destapan y manifiestan sus deseos sin tapujos y esto nos puede llevar a
situaciones irreversibles de consecuencias imprevisibles y muy negativas. Están
en juego valores que históricamente han tenido un valor trascendental, está en
juego nuestra libertad, está en juego la democracia.
Es evidente, y analistas de gran
prestigio lo vienen confirmando, que están floreciendo, a lo largo y ancho del
planeta personajes de talante totalitario que lideran movimientos cuyas
intenciones coinciden claramente, con las del nuevo patrón de nuestro ilustre
paisano.
No podemos permanecer impasibles.
Hay mucho por hacer y por lo que luchar.
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